Se acerca el verano y una de nuestras intenciones es ir con un bebé en la playa y pisar la playa con Monstruita. Qué digo pisarla, ¡rebozarnos hasta parecer nuggets!
Con lo que me gusta nadar, y después de estar durante todo el curso asistiendo a Natación para bebés, obviamente entrar en el mar con Monstruita forma parte del plan.
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Bebé rebozándose Imagen CC de Jason Pratt |
Pero el mar no es la piscina. Y entonces, mientras le daba vueltas, me surgieron varias dudas. A saber: cuando me meta en el mar,
- ¿Sujeto a Monstruita en un pañuelo tipo Tonga y similares? Más que nada por el miedo a que una ola me la arrebate de los brazos.
- ¿O vale con que la lleve en brazos?
- ¿Le pongo manguitos? ¿Flotador especial para bebés? ¿Un churro de esos que flotan? ¿Nada?
Busco en Google sobre estar con un bebé en la playa, y nada, no hay información fiable al respecto. Así que solo me queda consultar a expertos con experiencia en el tema. Cuál es mi sorpresa cuando descubro que, antes del agua en sí, existen toda una serie de «previos» a tener en cuenta. Como me pareció muy útil, sobre todo teniendo en cuenta que le puede venir bien a más familias, lo pongo por aquí.
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Distintos tipos de artilugios para bebés |
Todo lo que vayamos haciendo con un bebé en la playa debe ser sin forzar y lúdico, con mucha paciencia, tratamos de que sea una experiencia agradable. El bebé tiene toda la vida para acostumbrarse al mar, así que tenemos que olvidarnos de la presión que nos podemos poner según el número de días que vayamos a estar en la playa. ¡No queremos traumatizarle y que odie el mar!
El primer paso es la arena. Eso caliente y blando que no ha pisado antes puede asustarles. Pienso que Monstruita, al igual que otros bebés, tiene la experiencia de la arena del parque pero, aún así, es posible que no sea lo mismo. Si sucede esto, el consejo es poner al bebé en la toalla, no forzarle a nada, y que se familiarice y explore por sí mismo.
Después, una vez que la playa sea territorio seguro para ella, llega el momento del agua. Las zonas donde se formen pequeños charcos, donde el agua no se mueve mucho, son ideales para comenzar con un bebé en la playa; el agua está tranquila, no cubre al bebé, que puede estar sentado o de pie a su aire, y puede comprobar cómo es el agua del mar.
¿Y cómo es el agua del mar? ¡Salada! Y, seguramente, fresquita, aunque estemos en pleno Mediterráneo. Debemos procurar que, al principio, no le entre agua en los ojos porque le picará, con lo que puede provocar su rechazo. Del mismo modo, la crema para el sol es otro factor a tener en cuenta: a veces, con el agua, entra algo de crema en los ojos. Así que debemos dar poca crema alrededor de los ojos y expandirla muy bien. Recordemos que, de todos modos, no es bueno que tomemos el sol entre las once de la mañana y las cuatro de la tarde. En el resto del cuerpo, crema abundante, camisetas de manga larga, gorras, pantalones.
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Este no se entera, y así le va. |
Pero, mira tú por dónde, en la playa en la que estamos no hay ni un vil charquito. Ni siquiera lo podemos hacer nosotros porque hay mucha gente, o no he traído la pala, o no me apetece, o… lo que sea.
No pasa nada, nos acercamos a la orilla del mar, donde llegan las olas, donde apenas nos cubre. Que se moje los pies, que observe el movimiento de las olas, que es algo que está fuera de su control, pero que se familiarice. Con un bebé en la playa seguimos jugando e incluso podemos llevar algún juguete que le motive. Le podemos ir mojando muy poco a poco: la espalda, las axilas, el cuello, la cara. Si observamos rechazo o miedo en algún momento, paramos y seguimos jugando como antes.
Si vemos que se lo toma bien, podemos coger al bebé e irnos metiendo con él en brazos, poco a poco. Su primera vez debe ser sin manguitos, sin flotador, ni tabla, ni churros, ni nada. Además, si le ponemos manguitos, puede que termine boca abajo, con la cara en el agua. O con cierto tipo de flotador, puede que resbale, ¡o que se desinfle! Así que solo con su mami o con su papi. Es especial y es algo que vincula mucho.
Poco a poco, mientras nos metemos, jugamos a saltar las olas. Con cada salto, nos meteremos un poquito más, meteremos al bebé en el agua un poquito más. Si llegamos a una zona donde el bebé pueda flotar, debemos mantener contacto físico con él continuamente. Por seguridad de ambos. Si el bebé está cómodo, veremos cómo intenta separarse, voltearse y explorar. Puede que pase en seguida, o puede que nos volvamos a nuestra casa sin que haya hecho otra cosa que estar abrazado y agarrado como un monito a nosotros. Si ha disfrutado y no ha sentido rechazo ni miedo, el objetivo está conseguido.
Cada día, seguramente, notaremos su evolución y podremos ir jugando más, metiéndole más o comenzar antes a meternos en el mar. Ante todo, paciencia y respeto con y por el bebé.
¿Cuándo salir del agua?
- Cuando el bebé tenga frío.
- Cuando el bebé esté cansado/irritado/temeroso.
Doy por supuesto que debemos seguir todas las indicaciones de seguridad y ser precavidos con el mar: ante oleaje fuerte o corrientes marinas, nos quedamos en la arena tan a gusto. Recordemos que la bandera verde es la única que indica que el mar está «tranquilo». Aún así, en ocasiones yo he entrado en un mar con bandera verde, y he notado corrientes fuertes para comprobar que, tiempo después, cambiaban la bandera a amarilla.
¿Y qué pasa con las medusas? ¡Otra cosa a tener en cuenta! Por eso es importante acudir a playas con socorrista. No obstante, existen cremas para el sol antimedusas. Yo las he probado, y efectivamente, no se me acercó ni una (una amiga se echó una normal, y alguna le hizo una caricia de las suyas). Si bien es cierto que conviene probarlas primero, ya que puede que irrite algún tipo de piel.
Aquí tenéis dos ejemplos:
La que yo probé sobre mí misma es la Pediatrics de ISDIN. Este post no está patrocinado, lamentablemente.
Y hasta aquí llegamos. Cuando pasemos por la experiencia con un bebé en la playa, ya iré contando cómo nos va. Mientras, son bienvenidos los consejos que queráis añadir aquellos que sepáis y me podáis iluminar 🙂 ¡Buena semana!
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