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Pezones extra, por si alguien necesita alguno |
Mi lactancia empezó porque tenía muy claro que iba a dar el pecho al tener un bebé. Ya antes me parecía un momento íntimo y especial entre la madre y el bebé. Luego fui descubriendo las múltiples ventajas que tenía frente al biberón y mi decisión se hizo inamovible. Solo esperaba que, al nacer Monstruita, no tuviera ningún problema y pudiera cumplir mi deseo. De todos modos, investigué y localicé grupos de apoyo a la lactancia cerca de mí. Por si las moscas.
Cómo empezó todo
Mi lactancia empezó con el piel con el piel en el parto: aunque mi bebé buscó con ansia, en ese momento yo estaba demasiado ocupada viéndola y sintiéndola, como para ponerla a la teta. La pude tener unas cuantas horitas sobre mí.
Después tenía que venir el calostro a continuar aquel dulce comienzo de mi lactancia. Yo no veía salir nada de ahí pero Monstruita mamaba. Así que quizá sí que saliera algo. Hasta que una noche, aún en el
hospital, comenzó a llorar desconsoladamente y ni Monstruo ni yo sabíamos ya qué hacer. Así que llamamos a la enfermera que nos dio un primer suplemento, un primer bibe como solución. No obstante, me dijo que primero me la pusiera al pecho y después la diera el biberón. Y eso hice, porque deduje que si no, se dejaría de estimular la producción de leche.
Ese primer bibe se lo di con miedo porque luego confundiera el pezón o lo rechazara. Y Monstruita casi ni lo probó. Mi lactancia ya se había encontrado con la primera leche de fórmula. La siguiente noche se tomó un biberón con ansia. Efectivamente, debía tener hambre, mi calostro no debía ser muy abundante. Sé que nació con las reservas suficientes para aguantar hasta tres días, pero yo no fui capaz de aguantar su llanto sabiendo que era por hambre. No obstante, continué ofreciéndole el pecho de manera incansable. De hecho, me ofrecieron dos suplementos más, de los que tomó medio en total (el segundo, visto el éxito del anterior, pasé de dárselo). Actualización: leyendo esto 4 años después, solo veo mala praxis y falta de conocimiento esencial de médicos y enfermeras sobre la lactancia materna. Pero lo dejo reflejado porque seguramente coincida con el sentimiento de más primerizas en ese momento.
Al día siguiente, otra enfermera me enseñó masajes en la mama para sacarme la leche. Mano de santo, oigan. Me quedé algo más tranquila, aunque seguía preguntándome si me subiría la leche o tendría problemas.
De dolores
Previamente había leído yo por todos lados que dar el pecho no duele y que procurara no utilizar cremas. Je, je, y je. Por favor, que digan las cosas más claramente:
- Dar la teta, sí duele, y mucho. Y eso que yo no tuve molestias por la subida de la leche. Pero mis pezones… por favor, ¡mis pezones! Deseaba que fueran de diamante o de hormigón en aquellos momentos. Me dolían tanto, que me embadurnaba de Purelan después de cada toma. Me dolían tanto, que alternaba una toma con un pecho, y la siguiente con el otro, para que los pezones tuvieran tiempo de recuperarse. Me dolían tanto, que comenzaron a salir pequeñas costras de lo desgastados que estaban. Ya el remate es cuando una enfermera me los mira y me dice casi regañándome «ya tienes los pezones dañados»… ¡No te fastidia! ¡Me los están mordisqueando cada 3 horas! Y dando gracias que me las apañé para que cada pezón «descansara» unas 6 horitas. Actualización: el Purelán (lanolina) es una grasa que no es recomendable para tratar las grietas de los pezones, porque favorece el crecimiento de bacterias que pueden causar mastitis. En su lugar, se recomienda el aceite de oliva, que es una grasa antibacteriana y que facilita la regeneración de la piel. La lactancia no debe doler. En este caso, como explicaré semanas después, mi bebé presentaba una anquiloglosia (frenillo lingual) que era lo que provocaba que me doliera tanto.
Pero…
- Efectivamente, dar la teta, no duele. Han pasado dos semanas desde que comencé mi lactancia. Ya apenas me duelen los pezones, ni uso Purelan casi. Pero ha llevado un tiempo, y mucho tesón por mi parte. Puedo comprender que haya mujeres que abandonen la lactancia al poco de empezar… si nadie les avisa de este tipo de cosas. Qué menos que la matrona. Y que les haga saber que, tras un par de semanas, todo se pasa.
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Eh… no está tan mal el chiste, ¿no? |
De variantes
Luego una va aprendiendo, la verdad. Y descubre que durante mi lactancia Monstruita no siempre quiere la teta para alimentarse. Había ocasiones en las que notaba que mamaba solo unos 5 o 10 minutos, se quedaba frita y se le pasaban todos los males. Es lo que bauticé como «teta-spa»: la usa para tranquilizarse, como otros bebés utilizan el chupete si no hay pezón.
Y lo de la teta preferida… vaya, sí, también lo aprendí. Había una que me costaba sangre, sudor y lágrimas que mamase de ella; quizá era por la postura en que yo la cogía, quizá por su frenillo lingual corto. Sé que con una teta, vale, pero yo no quería andar descompensada, así que continuaba intentándolo… a lo bruto. Pobre… al final colaba, pero yo temía el momento en que le tocaba esa teta. Hasta que se me ocurrió ir probando posturas, y he encontrado dos que funcionan sin que haya lloros ni grandes esfuerzos: tumbada, y la que llaman «natural». Mano de santo también. Eso sí, me parece que en público van a ser bastante difíciles de llevar a cabo, pero bueno, ya iremos viendo.
De pequeños trucos
- Había oído hablar de los cojines de lactancia, y le pedí a una amiga como regalo eso. Pero aún no ha llegado. No obstante, no hay nada que no pueda suplirse con cojines normales. Es cierto, la comodidad de la madre es fundamental, si no queremos terminar con los brazos, la espalda y los nervios a la virulé.
- Aunque en casa utilizo camisetas, reconozco que las blusas con botones son grandísimas aliadas a la hora de poder tener el pecho disponible.
- Parece una tontería pero, cuando tenía que dar el pecho tumbada sí o sí, por los puntos, supuso una gran ayuda el que Monstruo me colocara directamente a Monstruita donde le dijera.
- Si se le da el pecho tumbada, no está de más poner una tela o una toalla debajo, porque a veces vomitan algo de leche y puede pringar el lugar donde estés.
- Está bien tener un libro a mano en la mesilla o el móvil o la radio. ¿Por qué? Porque ya que toca despertarse un par de veces por la noche, entretenerse durante la toma puede hacer más llevadero el desvelo. Algunas podrán dormir mientras, eso ya… cada cual. Yo, la verdad, puedo entrar en un duermevela, pero no es algo fácil para mí.
- Durante mi lactancia aprendí que ayuda el hablar con alguna otra madre que haya pasado por todo antes que tú. Y supongo que los grupos de apoyo a la lactancia también ayuda. Tengo intención de acudir a uno próximamente (a ver si lo consigo), ya contaré…
Y con esto y un bizcocho…
Poco más puedo contar de momento 🙂 Y a vosotras, ¿cómo os va/fue la lactancia?
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