Lo hemos pasado teta durante 3 años, 9 meses y 3 días o durante 45 meses o durante 1374 días.
Lo hemos pasado tetita cuando tomabas en posturas imposibles, cuando te arrimabas en busca de consuelo, cuando me mirabas juguetona mientras mamabas, cuando te amamantaba despidiéndome de lo que sabía que serían nuestros últimos días de tetita.
Lo hemos pasado tetitita incluso cuando me venía esa agitación brutal del amamantamiento pero podía obviarla un momento para que no sufrieras tan pronto, no aún. Que tu comprensión, como tú entonces, era pequeñita.
Lo hemos pasado.
Aproveché unos días en los que estabas más distraída para provocar aquello que llevaba mucho tiempo gritándome dentro y a lo que yo respondía cada vez que aparecía: «¡Chist! ¡Aún no! ¿No ves que es muy pequeña? ¿No ves que tiene a su hermanito mamando? ¿No ves que merece un poco más? ¿No ves…» Por eso aguantamos bastantes meses más hasta esos días.
Nos costó a las dos, a ti y a mí, porque al final esto es una cosa de dos. Sobre todo al dormirte pero aprendiste rápido, quizá antes que yo. Yo me fui a buscar consuelo con tu padre, que me abrazó generoso aún sin entender. Tú venías y sigues viniendo a mí.
Porque ya no mamas de la teta, pero mamas de mi voz, de mis caricias, de mis canciones, de mi compañía. Y sigue siendo mutuo porque me baila dentro tu cántame, mamá, tu quédate aquí en mi cama, mamá, tu hazme un masaje, mamá cada vez que me reclamamas.
Porque una de las últimas pruebas para mí, dos meses después, ha sido verte febril salpicada de virus y no regalarte tetita. Pero me has demostrado que puedes caminar así porque te apoyo de otra manera. Que tu cuerpo sabio responde y sale adelante.
Porque has encontrado tu lilo (mi pezón), tu teta blandi, les has dado un nombre nuevo acorde con su nueva función y sigues jugando con ellos y buscándolos con tu manita cuando me echas de menos o necesitas consuelo. Algún día puede que me cuentes, por cierto, por qué lo llamaste lilo. O puede que no.
Por eso también me despido definitivamente de ese destete natural deseado que no pudo ser cerrando un ciclo que empezó aquella madrugada en la que te enganchaste a mi amor nada más nacer. Por eso doy gracias por esta lactancia salvada y disfrutada gracias al apoyo de mi familia y las asesoras de lactancia con su valor inconmensurable.
Y abrazo con fuerza esta nueva etapa donde nos descubrimos de viejo la una a la otra, donde nada había cambiado pero todo salía renovado. Porque tú, Pequeña Gran Maestra, me has enseñado hasta dónde somos capaces de llegar solo por amor, de la mano, de la teta.
TE TAMO.
Precioso post, gracias por compartirlo, pero todo tiene su principio y su fin, fue bueno mientras duró, tanto para la madre como el bebé, saludos
Por desgracia, sí
Gracias, pero es normal desear un final bonito y tranquilo antes que uno brusco.
Qué poético te ha quedado! A mi me costó… sobre todo sabiendo que nunca más se me enchufaría nadie, cierro el chiringuito.
Lo bueno es que Monstruita no lo haya pasado mal, eso es lo importante.
Cada uno es especial y distinto. No sufras por adelantado y vívelo ahora. Nunca se sabe cómo será 🙂 Un beso
Ay Monstruua! Me hiciste llorar como niña… todos los finales son tristes y el suyo me hace pensar en el nuestro y lo duro que va a ser.
Gracias por compartir tus vivencias.
Besos a las dos!