Que sí, que cuando me cabreo, seguro que Monstruita lo puede sentir y se revoluciona algo por ahí adentro. Y que cuando canto o hablo, también me escucha. Y si, además, lo que canto es la sintonía de la radio cada vez que suena, cuando nazca no habrá mejor nana para tranquilizarla, por mucho Mozart que le ponga (pobrecilla…).
Que sí, que si me hincho a acelgas, seguro que se acaba acostumbrando al sabor. Que si libero endorfinas por distintas circunstancias, estará encantada de la vida. Que si deseo su llegada y la espero con amor, ella estará más a gusto y segura.
Que si me da por estar triste y depre unos días, le influirá a saber cómo. Que si no me muevo o hago deporte, también lo notará ella. Que si ando estresada de arriba a abajo y de abajo a arriba, Monstruita lo sabe.
A todo que sí.
Pero… (siempre hay un pero)
Que al nacer, Monstruita continuará aprendiendo cada vez más. Tanto, que nos asombrará la capacidad esponjosa para asimilar incluso aquello que no somos conscientes y le estamos enseñando.
Que la seguridad y el amor recibido en los primeros años de vida (digamos, de -9 meses a 3 años), si no se mantienen después, no sirven de nada.
Que una educación correcta, y no me refiero a la curricular, sino a la de verdad, a la que te convierte en ser social, y el aprendizaje de valores adecuado, se convierte en un peso muy importante durante, al menos, la adolescencia. Y que no nos va a querer menos por marcar límites, más bien, todo lo contrario (entendemos que son límites sensatos, ni por exceso ni por defecto).
Que esto anterior se nos olvide, y reduzcamos el tiempo con nuestros hijos dándole más importancia a las notas escolares y le apabullemos con actividades «extra» que no le dejan tiempo para jugar, ser creativa o ser ella misma.
Que ella va a tener sus propias experiencias vitales, fuera de nuestras alas, que también la van a condicionar. Y que hará frente teniendo en cuenta su personalidad y la manera en que podamos ayudarla.
Y es que, si tuviéramos que tener en cuenta todo lo que «se supone» que se debe hacer, entre los -9 meses y 3 años (consejos de abuelas incluidos), las embarazadas entraríamos en una cadena de estrés, donde sería peor el remedio que la enfermedad. Al final, lo mejor es manejar información, pero discriminándola y siendo crítica con ella, y escucharse a una misma.
Ahí vamos 🙂
Lo mejor, está claro, es seguir tu instinto!! Animo no te queda nada!!!
Sí, yo creo que al final, hay que escucharse a una misma, y seleccionar de toda la información lo que viene mejor en cada caso.
Y… sí, no me queda nada ya!
Eso sí, hay situaciones irreversibles. Y yo, empeño en que las cosas salgan bien, le pongo. ¡Pero a veces los libros y demás saturan!
Gracias por pasarte y comentar 🙂
Escucharse a una misma, para mi ese ha sido el mayor truco, claro que informando y habiendo leído y aprendido cosas, pero mira, por ejemplo llegamos al colecho por ensayo y error, sin saber si eso era lo mejor o no, y ahora estamos super felices y yo convencida de que fue una de las mejores decisiones 🙂 Que poquito te queda ya, no? 😀
Es tan dificil! Pero hay situaciones irreversibles! Tanto para lo bueno como para lo malo! Y nunca se sabe! Intentamos hacerlo siempre de la mejor manera….
Lola
Muy cierto, a veces unas recomendaciones van en contra de otroas… ¡y tampoco le viene mal ir conociendo lo que le puede esperar fuera! (De hecho, según el vídeo que colgasteis el otro día, es lo que hace ;))
¡Cuánta razón tienes! No se puede hacer caso de todos los consejos y recomendaciones porque además muchas veces el seguir unos hace que estés en contra de otros. Sentido común es lo que nos falta, e implicación con la crianza de los hijos, que a veces pensamos que con traerlos al mundo ya está todo hecho y que "el entorno" se encargará de educarlos y de transmitirle los valores que necesita para vivir en sociedad. Durante el embarazo, supongo que cuanto mejor te sientas tú mejor estará tu monstruita pero hay cabreos inevitables así que ¡a lo mejor no le viene mal ir conociendo lo que le puede esperar fuera!