Lo siento, hoy se me ha escapado el buen humor por la ventana. Cuando leo este tipo de noticias, me cabreo. El otro día pensaba que qué suerte tiene Monstruita por haber nacido aquí, en una familia que la deseaba y que la quiere, y con medios económicos suficientes para llevar una vida cómoda.
En cambio, los niños y niñas a los que se refiere la noticia sobre prostitución infantil tienen que soportar que sus padres los vendan. Que vendan su infancia, que vendan su cuerpo, que vendan su salud, que vendan su futuro, que vendan su presente, que vendan su confianza. En definitiva, que sean traicionados por aquellos que, se supone, no deben fallarles jamás y han sido su sustento y su pilar.
No quiero juzgar a las familias. Supongo que son fruto de su tiempo y su lugar. Cuando la pobreza y la ignorancia se unen a la corrupción y a la falta de ética y moral, lo que salta por todos lados es mierda, que además solo les salpica a ellos mismos.
Pero leer que
Cuando llegamos aquí hace tres años y empezamos a vivir aquí, el 100% de los niños entre 8 y 12 años habían sido víctimas de la trata
da miedo… y vergüenza. Sí, vergüenza, porque entre los hijosdeputa «usuarios» más frecuentes de la prostitución infantil se encuentran europeos y estadounidenses.
Supongo que cuando esas familias tienen hijos no se paran a pensar que en un futuro tendrán que humillarlos y traicionarlos. Supongo que esas familias tampoco conocen métodos anticonceptivos, ni naturales ni artificiales. Y supongo que en algún lugar de Camboya, país que desconozco, unos cuantos están muy a gusto sentando su culo sobre un puñado de dólares cuyo origen prefieren ignorar o, simplemente, despreciar.
Se acerca la Navidad, por si alguien aún no se había dado cuenta, y empezarán las famosas campañas para donar juguetes. Creo no equivocarme cuando pienso que realmente esos niños no quieren juguetes, sino permanecer con sus familias y poder seguir confiando en ellas, que no tengan que convertirse en la fatal moneda de cambio de esas deudas eternas creadas artificialmente por usureros sin escrúpulos. Que, en fin, dejen de ser víctimas de algo como la prostitución infantil que no debería existir.
ECPAT, una de las asociaciones que nombra el artículo, trabaja allí. ¿Por qué no aportar nuestro pequeño granito de arena?
Dona otra oportunidad a esos niños: http://www.ecpat.net/donate
Bueno, eso de luchar por cambiar la realidad suena muy difícil! Yo siempre soy partidaria de los pequeños gestos 🙂
Yo tampoco las soporto, por eso me he desahogado (un poco) aquí 🙂
Sí, podría ser cualquiera… Pues sí, y pasa y preferimos ignorarlo, es muy duro.
Sí, a veces yo prefiero ignorar esas noticias y no leer (cobarde que es una), pero es que me quema!
Gracias a ti también por pasarte y comentar 🙂
Uffff se me pone un mal cuerpo horrible. Se que es la realidad y que hay que conocerla y luchar por cambiarla, pero escapo de esas noticias, lo reconozco….
Gracias por el link igualmente, le voy a echar un ojo 😉
Aquí el papá ya no era capaz de soportar ese tipo de noticias desde siempre, así que imagínate desde que nació la bichilla. Es un crimen tremendo que no debería tener perdón.
no he podido terminar de leer el artículo, es demasiado doloroso.
conozco muchos casos de este tipo porque mi madre dirigía casas hogar en lugares alejados del Perú, y las historias de los niñas (que en muchas zonas a partir de tener la regla ya no cuentan como tales) eran desgarradoras. Además, la madre de mi mejor amigo lleva una organización que ayuda a niños de la calle en la capital, niñas prostitutas y madres a los 14 años a las que la sociedad les cierra todas las puertas. Es increíble que muchas cosas pasen delante de nuestra cara y no queramos verlo.
Y espero nunca tener que relacionarme con un cliente, pero quién sabe, podría ser cualquiera… 🙁
Efectivamente dignidad y no juguetes, igual que a mamá en bulgaria se me erizan los pelos solo de pensarlo. Es bueno hacer una mirada retrospectiva y ver que pasa fuera de nuestro mundo.
Ni juguetes ni turrón, solo toda la dignidad e integridad que merece todo ser humano. Gracias por recordarnos lo importante que es dejar de mirarnos el ombligo de vez en cuando.
Sí, a mí también, por eso me cabrea!
A mí estas cosas me ponen los pelos de punta, y más desde que soy madre. Voy a mirar la web de esta asociación. Como dices, lo que necesitan esos niños no son juguetes…