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¿Por qué no comemos crudo? ¡Con lo fácil que es! Imagen CC de Tambako The Jaguar |
- Pero empecemos por la comida. ¿Qué come una bimadre con dos bebés pequeños? En mi caso, lo que pilla. Una pena. Además con el tándem necesito comer como una lima. Ni operación bikini ni gaitas. A veces alguna de las abuelas trae comida y me hace el apaño durante unos días. Para mí es como si se abriera el cielo y una legión de ángeles celestiales bajaran cantando el Aleluya. Por las noches, el padre Monstruo tiene a bien hacernos la cena a Monstruita y a mí. Así que ese turno culinario está salvado también.
- De dormir mejor nos olvidamos. Monstruita ha aumentado los despertares nocturnos y los de la siesta desde que nació su hermano. Así que aunque Monstruita comienza la noche en su habitación, desde su primer despertar suele terminar en nuestra cama, es decir, una hora después de que yo le haya dejado durmiendo en la suya. Menos mal que Monstruito no me reclama más de tres veces por la noche y no suele desvelarse. Si los astros se alinean y por el día coinciden ambos en brazos de Morfeo, puede que yo duerma veinte minutos. Y esos veinte minutos son para mí como dos horas, palabrita. ¡Qué manera de aprovechar el sueño con dos bebés pequeños!
- Y el paseo, ¿cómo me apaño? Desde el principio me negué rotundamente a comprar un carrito gemelar. Son enormes, aparatosos y yo no me veía con semejante monstruosidad por la calle (por muy Monstrua que sea yo y aunque tenga dos bebés pequeños). Así que algunos días viene la abuela a ayudar. Otros, voy a casa de alguna amiga y echamos allí la tarde, lo que se agradece con este invierno tan largo. Y la mayoría de las veces, me enmochilo a Monstruito, cojo su propio carro y Monstruita… ¿va andando? Si aguanta, sí. Si no, le subo y le pongo tumbada en el carro. ¿Por qué no llevo su silla? Porque a veces me ha venido bien el carro para desenmochilar a Monstruito y dejarle ahí.
- En el parque las soluciones son prácticamente las mismas que en el punto anterior: abuelas o mochila. Pero, siempre hay un pero, aquí cobran importancia los padres, madres y abuelos y abuelas del parque. Es increíble cómo se lanzan a echarme una mano con Monstruita cuando no puedo darle en el columpio, o me ayudan a recoger los juguetes de la arena, o me traen a Monstruita cuando me busca y no me ve porque no recuerda que estoy dando el pecho a Monstruito. Todo ello sin que ni siquiera les tenga que pedir ayuda dos bebés pequeños. No sé si será cosa del barrio pero me hace sentirme la mar de a gusto y segura.
Para todo lo demás, voy a trancas y barrancas. Así que cualquier consejo es bienvenido. Me voy, que uno de los dos está llorando (otra vez).
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