Por fin puedo pararme a contar un poco cómo fue el parto de Monstruito I parte. Vino al mundo cuando yo estaba de 38 semanas. Creo que él era consciente de las ganas que teníamos todos de verle la cara y las que tenía yo de tenerle entre mis brazos, así que decidió hacer acto de presencia antes de lo esperado. Y la cosa fue así…
Imagen CC Marta Maudixaaaa |
Era una noche oscura porque teníamos las persianas bajadas, que no me fijé si había luna o si estaba nublado. Yo estaba en la cama soñando plácidamente que estaba de parto (sí, y luego echo a la lotería y no me toca nunca, qué pasa) y esperando el siguiente despertar nocturno de Monstruita para ir al baño.
Ese despertar llegó a las 4.30 de la mañana. Así que, siguiendo mis planes, fui al baño antes de atender a Monstruita. Allí vi que se me escapaba un poco de líquido transparente. «Oh, oh, – pensé – me va a tocar ir de visita al hospital mañana porque esto parece una fisura de la bolsa». Inocente de mí…
Fui a ponerle teta a Monstruita para que conciliara el sueño de nuevo pero yo ya estaba nerviosa pensando en infecciones catastróficas y mil males más. Así que la dejé llorosa, desperté a Monstruo para que la atendiera y supiera la que se le venía encima y me puse a arreglarme. Pero, ¡ay, amiga! ¡La bolsa estaba rota del todo! El líquido amniótico empezó a escaparse a chorros pero a intervalos. Yo ya no sabía qué hacer: «¿Espero a que salga todo? ¡Pero es que no para de salir!», «¿me pongo un pañal de Monstruita? Ni de coña», «¿me pongo una compresa? Nada, eso no va a ser suficiente». Así que, al final, decidí vestirme y por lo menos, parar ese «desagüe» con los pantalones en lugar de ir encharcando la casa (no exagero esta vez, palabrita, que teníais que verme con la fregona por toda la casa).
Estando en ciernes el parto de Monstruito I, avisamos a mi hermana y procuré atender a Monstruita. Se me partía el alma pensando qué sería de sus noches mientras yo estuviera en el hospital. De hecho, fue bastante demoledor para ella y, por ende, para mí.
Por fin llegó mi hermana, rauda y veloz, y nosotros nos metimos en el coche (con un par de toallas para la menda, que seguía vertiendo líquido a espuertas, y no era plan dejar la tapicería del coche p’al arrastre).
Continuará, que si no me va a quedar un post kilométrico.
Yo con la primera no rompí la bolsa, sino que me la rompieron en el hospital. con la segunda, fue, como dices, un chorro continuo. Y como era la primera vez, casi me da algo… Menudo susto me llevé. Tanto que me puse a llorar, por miedo, por temor, por una mezcla de todo lo que se me venía encima…
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAY!!!!
Yo siempre creí que rompería aguas a lo grande y tenía preparado en casa un pañal de adulto de mi abuela para no poner pringando el coche. ¡Primeriza que era una! ¡Ay, nos vas a dejar en ascuas con posts tan breves!
joe!! solo cuentas la intro, yo me esperaba el parto completo, que nervios!!!!
Yo también rompí aguas, me puse una compresa y toallas en el coche, pero luego en el hospital chorreaba y vaya asco!! Espero el siguiente capítulo!!!!! besos!
Oyeee que nos dejas a medias! El próximo post debería empezar con un Previously in CM…
Eso de romper aguas no me hago idea de cómo se debe sentir, a mi nunca me ha pasado. Las dos veces me petaron la bolsa a lo bestia en la silla del paritorio y eso fue como la cascada del Niagara. La primera vez no me lo esperaba y menudo susto!
Ya contarás cómo sigue la historia.. al menos el final lo conocemos 🙂
vaya, y nos dejas en lo más interesante!!! Osea que empezó con rotura de aguas, como yo entonces, lo único que lo mío fue un plof y todo de golpe… Ya nos contarás el resto! Tuvo que ser complicado para monstruita, o no?
Un besote
Ey pero no nos dejes así!!!!! Por cierto, me ha encantado el principio, "era una noche oscura porque teníamos las persianas bajadas" jajajaja, insuperable!!!