Antes de hablaros del bebé pedigüeño, os cuento la evolución de mi embarazo: Bya soy una gestante hipotiroidista, anémica y, pasado mañana, ya veremos si diabética para completar la triada. Eso sí, seguro que no me toca la Lotería. Claro que, como no he echado… aunque siempre podría encontrarme un décimo premiado en la basura.
Eso sí, de cara a la galería, estoy estupenda de la muerte. Porque tengo buena movilidad, no he engordado prácticamente nada más que de tripa (y tetas, y dicen que de cara también. Vale, he engordado, pero mi culo sigue igual), y porque estoy de buen ánimo, curro y continúo con todas mis actividades anteriores, aunque a un nivel menos exigente.
Supongo que Monstruita se está cebando con el buffet libre que tiene a su disposición dentro de mi útero. Llevarle a los desayunos de los hoteles el día de la mañana, va a ser un peligro, seguro que nos echan por terminar con las existencias.
Por un lado tengo ganas de que salga Monstruita, ver cómo es, cómo se comporta y reacciona… y por otro lado pienso de manera muy egoísta que, de momento, las dos estamos estupendamente así: ella se organiza a su gusto con lo que le ofrezco (alimento, amor, lecho), y yo también, porque lo coge sin tener que pedírmelo. Supongo que una vez que nazca, no dejará ya de pedirme en la vida. E intuyo que el desarrollo de un bebé pedigüeño sería algo así, con el paso de los años:
- Amor y teta.
- Amor y chuches.
- Amor y la última muñeca de moda. O el último Playmobil.
- Amor y paga.
- Amor y smartphone. O el último invento de grafeno. A saber.
- Paga y modelitos. El amor ya lo ha encontrado en otro, y me odia. A su padre, no.
- Modelitos y la casa para ella sola.
- Modelitos y viajes.
- Dinero, tal cual.
- Amor y tuppers.
- Amor y que le ayude con su hija (mi nieta).
Y no se me ocurren más cosas. ¿Criaré/crearé una monstrua en la más amplia acepción de la palabra?
Deja una respuesta