Estoy segura de que hay Másters de verdad para poder alcanzar tal grado de estupidez profesional. |
Estoy tras la baja por riesgo laboral en el curro. La burocracia va a trompicones, y cualquier día de estos, me nacionalizo en la Isla Tortuga y mando todo a tomar vientos, hablando lo más finamente que puedo.
Hace unos días, me informan en el curro de que todos los trámites se realizan mediante la Mutua Laboral. Que la burocracia consiste en que me pedirán un documento donde debe figurar que estoy embarazada, pero como una rosa de bien, y de cuántas semanas estoy. Así que aprovecho una visita al señor tocólogo, me mira raro, y me escribe a mano medio folio roto, aunque firmado y sellado, eso sí.
Vuelta al curro, y entrego eso, a ver si vale. Y que no, claro, que tiene que ser el médico de familia. Así que, una que es diligente a la par que dispuesta, pide cita y p’allá que va. Y la señora doctora, por nombrarla de alguna manera, me lo da con reticencias, preguntándome que si tiene algún riesgo trabajar con cierto tipo de personas. «Pues mire usté… Usté que se supone que trabaja con personas, lo debería de saber, pedazo de mendruga con ojos, que pa eso ha estudiado tropecientos años, se supone… o quizá crea usté que trata con jamelgos de hojalata, lo que me daría respuesta a muchas cosas», me dieron ganas de decirla, lo que se quedó resumido en un «ehm… pues sí, claro».
Total, que un día antes de irme para la Mutua con todos los papeles rellenos (en media hora de reloj, señores. Si me descuido, sigo escribiendo y me sale la tercera parte del Quijote), me dicen en el curro que tengo que llevar un análisis. Que si no, hasta el lunes que viene, nada de nada. Así que me empieza a dar una especie de desesperación a pequeña escala, aunque recuerdo que tengo unos correspondientes al primer trimestre de embarazo, y quizá eso cuele. Decido intentarlo con eso.
Así que voy al primer sitio de la Mutua. Media hora para aparcar, y termino dejando el coche en segunda fila durante una hora, rezando a todos los santos de todas las religiones, por que no estorbe a nadie y la grúa no venga. Funcionó 😉 Me reconocen, y cuela el análisis viejuno… ¡bingo, esto marcha bien!
Voy al segundo sitio de la Mutua. Es fácil aparcar, pero tardo una hora en encontrarlo. Sigo rezando, pero esta vez algún santo debía de haberme tomado ojeriza, y la cosa cambia. Que vale, que me dan la baja, pero que en el papelito de la doctora de cabecera, no pone la «fecha probable de parto». «Oiga, mire, que si pone que estoy de 34 semanas, solo hay que hacer cuentas y sumar, es fácil»… Pero nada, que no, que 2+2 no son 4. O pone 4 directamente, o no podemos sumar 2+2. Aún así, son benévolos, y deciden comenzar a tramitar mi baja; ya les enviaré el dichoso papel. Pido cita online, et voilà, esta tarde tengo hora de nuevo para pedírselo a Cacho-carne-con-ojos-y-bata-blanca.
Como tranquilamente, y la tarde la dedico a despedirme de mis queridos y queridas compis. Ya saliendo hacia casa, me pillan por banda y me dicen que… este… que mañana tengo que volver. Miro con cara de espero-que-sea-una-broma-y-no-me-río. Pero no, no era una broma. Que ha habido un problemilla con la persona que me va a sustituir, y mañana ella no puede comenzar. Así que mientras el jurado delibera, me toca volver. Geeeeniaaaal, ¡hoy es mi día!
Decido no darle demasiada importancia, aunque es duro cambiar el plato de carbón cuando primero te han ofrecido el pastel. Y ni corta ni perezosa, me dirijo a Cacho-carne-con-ojos-y-bata-blanca a pedirle el certificado con la famosa «fecha probable de parto». Leo en la puerta, en la sala de espera, un cartel que nos ruega a los señores pacientes que acudamos con cita previa para evitar esperas innecesarias. Y yo me pregunto entonces si los 40 minutos que llevo con el culo plantado en la silla, lo consideran una espera necesaria. Quizá sí, para poder ganarnos la justa denominación de «pacientes».
Pero todo llega, y Cacho-carne-con-ojos-y-bata-blanca se digna a introducirme en su templo. Me recuerda cuando hago referencia al certificado famoso (¡guau! ¡debo ser una jamelga especial!), y me dice que me lo tienen que dar en la Mutua (¿pero esta tía es boba o qué? Ohmmmmmmmmmm… Ohmmmmmmm). Le digo que no, y que me lo dé, con una educación exquisita, eso sí. Y va y me pregunta que dónde está el otro papel.
Los ojos me bailan el Gagnam Style y me sale un «¿quéeeeeeeeeee?». Y sin despeinarse una pestaña me dice que sí, que lo necesita para destruirlo. La burocracia es así. Tócate los mormones, así que me pide un papel para romperlo. ¿Se piensa que voy a hacer el Bárcenas con él o algo así? Le respondo que llevo 40 minutos esperando para eso, y que me estoy perdiendo la «apreciada» clase de preparación al parto.
La tía dice que vaya a casa, y vuelva con el papel, si eso, que me da tiempo hasta que termine la clase. Se convierte en la gota que colma el vaso, y rompo a llorar de rabia y de impotencia por tanto inútil con el pan asegurado. Así que la digo que gracias, que paso de la clase, y de ella también, que ya volveré mañana si eso.
Al llegar a casa, lloro y río con Monstruo, y se me pasan las penas. Pero una cosa me queda clara: Kafka tuvo que vivir en España para retratarla tan fielmente en «El proceso». La burocracia es infernal. Mañana volveré con Cacho-carne-con-ojos-y-bata-blanca.
Mientras, de pensar solo en la que me viene encima con la burocracia cuando tenga que legalizar a Monstruita al nacer, contemplo la posibilidad de nacionalizarla en Tumbuctú, y a tomar vientos.
Sí, mejor a reírse, porque lo de tirarse por una ventana tampoco iba a servir de mucho 🙂
Besos
La verdad es que lo que has contado me ha pasado taaaaantas veces y en situacines diferentes…. es todo taaan complicado….claro que si hubiese menos incompetentes por el mundo todo seria mas facil. La de tiempo que se pierde. En fin a reirse
Madre mía, ya veo que a todo hay quien gane… Y lo de los papeleos de después, voy a ver si puedo ir adelantando algo, porque esto es infernal.
Besos!
Ay… la burocracia… yo estuve currando hasta la semana 37 y algo… y todo porque tuve una hemorragia enorme, y empecé con contracciones y a borrar el cuello del útero, y el médico me dijo que mejor me quedase en casita (Olivia nació en la 39 finally), que si no, me veo pariendo en esta empresa mía. Aún así, cuando le traje el papel a mi jefe mucha gracia no le hizo. Creo que le hacía ilu atenderme en el parto… en fin…
Los papeleos de después del nacimiento son un verdadero coñazo. En mi caso elpadredelacriatura, muy diligentemente, los hizo casi todos… menos inscribirla en el registro, que como somos unos arrejuntaos, tuvimos que ir los dos (?¿).
Ánimo… aprovecha la baja para descansar, que esto ya está a punto!