Pedagogía Negra
Últimamente veo que algunos dicen que está feo eso de hablar de poner límites a los niños, y dicen que claro, que entre los adultos tampoco nos ponemos límites. Y que si queremos respetar a los niños y darles la categoría de personas no debemos ponerles de eso o, por lo menos, no llamarlos límites, no vaya ser que castremos a los tiernos infantes y el día de mañana se conviertan en seres apocados, indefensos, manipulables y carentes de imaginación e inteligencia. Probablemente tampoco te den nietos, les guste ver Gran Hermano y se vistan exclusivamente con ropa del mercadillo. Así que eso de los límites es algo muy, pero que muy serio. Por ello vamos a exponer los límites de la Pedagogía Negra a continuación.
Pero mira por dónde, he descubierto los 5 límites que como adulta tengo que aceptar en mi vida. Ahí os los dejo:
1er. límite de la Pedagogía Negra: Robar chocolate
Del de comer (quede claro), de ese con almendras al 72% de cacao. Me encanta. Cada vez que voy al supermercado de turno y me acerco al estante correspondiente babeo cual perro de Pavlov. «¿Por qué no lo cubre la Seguridad Social? ¿Por qué?», me pregunto siempre, «¡es una necesidad!».
Y entonces, lo confieso avergonzada y con la cabeza gacha, pasa por mi mente la idea de coger una tableta de esas, solo una, y salirme con ella bajo el brazo sin pagar. Pero sé que no se debe y que, además, a los dueños no les gustaría nada de nada.
Pedagogía Negra prohibido robar
Quien dice chocolate, dice ese smartphone que tanto deseas, o un par de stilettos de Louboutin o incluso ese Mustang de ahí…
Los señores de las tiendas me limitan, no me dejan salir de su establecimiento con un producto suyo, si a cambio no les doy el dinero que piden por él.
2º límite de la Pedagogía Negra: Ir desnuda por la calle
Pedagogía Negra maniquíes desnudos
¿Por qué ellos sí y yo no?
Imagen CC de Mario
Sí, ahora ya hace frío en Madrid y esto, más que límite, es una insensatez. Pero, de verdad, os conmino a un mes de julio en la capital y me contáis a ver qué tal. Da igual que sean las seis de la madrugada, la tres de la tarde o las once de la noche, una no para de sudar, de sentir cómo se derrite en el asfalto a cada paso que da, y de notar el calor como una losa sobre su cabeza.
Más de un día y más de dos, maldije a quien impuso la costumbre de tener que ir vestidos aunque nos atacaran sin piedad 40º C a la sombra. ¿Y si pudiera ir desnuda sin que nadie se escandalizara y/o no se diera cuenta? ¡Solo un poquito! ¡Hasta el próximo lugar con aire acondicionado y luego me visto, palabrita de bloguera! ¡Lo prometo, lo juro por el cerdo feo del Angry Birds! ¡Que no aguanto este achicharramiento y me caigo redonda aquí mismo! ¡Piedad!
¡Ay, amigo/a! Pero no puede ser. No es solo el hecho de que la policía me detenga si me encuentra de esa guisa, sino todas las miradas de los que se cruzaran conmigo, la vergüenza que he aprendido a tener si pasara algo así y el contenido de telediario barato en el que me iba a convertir.
Así que la sociedad me limita: no puedo salir a la calle desnuda.
3er. límite de la Pedagogía Negra: Plagiar entradas de otros blogs
Pedagogía Negra plagio
En ocasiones, mi musa se coge unos días o simplemente no le apetece trabajar. Entonces me entra la angustia porque el tiempo pasa y mi blog continúa sin contenido nuevo. ¡Imposible! ¡No puedo dejar que pase eso!
Como una de tantas técnicas para solucionar el problemón procuro pasearme por otros blogs a ver si encuentro algo que me inspire a llenar otro post con chorradas contenido de interés para mis lectores potenciales.
Craso error. De repente, entre blog y blog, descubro un post demasiado genial, ¿cómo no se me habrá ocurrido a mí? ¡Además escrito a partir de una idea tan tonta y de algo tan sencillo! ¡Venga ya! ¡Necesito ese post para mi blog! ¿Y si lo copio un poquito? Le doy la vuelta a un par de párrafos, tiro del diccionario de sinónimos para cambiar algunas palabras y listo. ¿Quién se va a dar cuenta? Si, total, ese blog lo leen cuatro gatos y seguro que yo aprovecharía mucho mejor esa entrada.
Pero tampoco. Resulta que ya desde que iba al cole, me decían que copiar estaba feo: copiar lo que hacía la profe, copiar en los exámenes, copiar la tabla de multiplicar (uy, esto me parece que les gustaba)… Así que ya, moralmente, sé que voy a tener a Pepito Grillo dando la tabarra.
Además, luego están los demás blogueros y las demás blogueras que parece que les molesta un montón que les copien. Si me descubrieran se me tirarían todos encima, lo sé, y tendría que emigrar a otro dominio con otro nombre y quizá, anclarlo en la Isla Tortuga o algo así, condenada al ostracismo y abandonando el .com por los siglos de los siglos. Por no hablar de empezar el SEO desde cero, que es lo más parecido al infierno 2.0 en vida.
Blogueros, blogueras, me limitáis: no me dejáis copiaros las entradas de vuestros blogs. Ni un poquito siquiera, ya os vale.
4º límite de la Pedagogía Negra: Liarse con el/la novio/a ajeno/a
Pedagogía Negra roba novios
Mala leche nivel:
Na, na, na. Antes de que penséis nada malo sobre mí y me tachéis de inmoral (lo pongo así, en plan suave, que este blog supuestamente es para todos los públicos. Ya sé los bonitos adjetivos que se os están ocurriendo ahora mismo), pensad un momento, niñas:

Estás de fiesta con tus amigas y se acerca el típico grupo de chicos. El más buenorro, agradable, simpático, ingenioso y amable se pone a charlar contigo. Ya te tiene en el bote y, por lo que parece, tú a él. De repente, te das cuenta de que su cara te suena muchísimo. Pero mucho. El alcohol que llevas en el cuerpo no te deja pensar con claridad.

Pero te esfuerzas y alguna neurona aún no demasiado afectada, termina por dar la chispa necesaria: claro que te suena, ese chico es ________ (pon el nombre de alguien que te guste mucho. En este caso, pondremos a Brad Pitt). ¡Oh, Brad Pitt! ¡El mismísimo Brad Pitt está aquí contigo, dándote charla, y parece que estáis súper a gusto los dos!

Un momento, este hombre… ¿no estaba casado con Angelina Jolie? ¿No tenía, además, tropecientos hijos con ella? Bueno, quizá es la moda en Hollywood, que los de allí son muy suyos, y a Angelina seguro que no le importa que yo pase un ratito con él… Total, si él está aquí conmigo es porque quiere, ¿no? ¿NO?

Pero claro, ¡eso está mal, fatal! Al menos por aquí, en el mundo occidental. Una persona es pareja de otra única persona y debe permanecerle fiel. Esto significa que si te encuentras con una persona emparejada no debes liarte con ella, porque se debe a su pareja (si lees deprisa este párrafo y no se te traba la lengua, te regalamos un frigopié).
Así que es así: las personas que conformamos la mayoría de la sociedad occidental decimos que está feo y muy mal liarse con el/la emparejado/a ajeno/a.
5º límite de la Pedagogía Negra: Gritar en un hospital
Pedagogía Negra gritos
Imagen CC de db Photography
Que no es que a una le entren ganas de pegar cuatro voces en un hospital así, sin ton ni son, pero no me digáis que alguna vez, pasando la noche en tan agradable lugar y tras pulsar el botoncito varias veces para que venga el enfermero o la enfermera de turno, no os han dado ganas de gritar algo así como: «¡oigan, que si pueden venir ya y traerme la cuña, que no aguanto más y puedo dejar esto como el lago Michigan, que estoy muy locaaaaaaaaa!»
Sin embargo, a una le impone el silencio de la noche, lo supuestamente aséptico del lugar, las batas blancas de la gente de por allí, el que te expulsen del hospital con tus puntos a medio cerrar, que te aten y te lleven al acolchado de un psiquiátrico y, como siempre, esa moral que nos acompaña desde que tenemos uso de razón.
Sí, el hospital me impone otro límite: no gritar ni dar voces.
———————
Lo anterior puede parecer exagerado, quizá porque ni nos hemos planteado que todo eso nos lo han impuesto. Por supuesto, como todo límite, se pueden saltar pero no impunemente en la mayor parte de los casos.
Los niños requieren de límites, así como de amor y explicaciones continuas sobre lo que pueden hacer, lo que no y por qué. Cuando nacen, no saben nada de normas sociales, ni de comportamientos morales o amorales, ni del buen o mal gusto, ni de literatura, ni de matemáticas, ni de religión, ni de energías, ni siquiera de alimentación «adecuada».
Somos los adultos los que los vamos introduciendo en todo eso para que los niños puedan integrarse en la sociedad en la que viven. A veces lo conseguimos y otras no. Algunos decimos que al crecer y aprender todo esto, lo hacemos a cambio de perder otras cualidades como la espontaneidad, la sinceridad, parte de la imaginación, la ilusión por las cosas sencillas, pero es necesario para poder llevar una vida de adulto medianamente confortable como persona (aunque no siempre tienen por qué desaparecer estos rasgos).
El debate está servido.

23 comentarios

  1. Me ha encantado tu post y estoy de acuerdo contigo. Además lo de los límites depende también de cómo son los peques. El mío no para y aún intentando ponerle límites me vuelvo loca… ¡Cómo sería si no le frenase!. No hay que pasarse, por supuesto, pero hay niños más mansos y otros de carácter rebelde. Besos.

  2. El tema de los limites es un tema complicado, justo esta semana pensaba en ello porque tengo la sensación de que me paso todo el día diciendole "Noooooo" a Valkiria y no se hasta que punto tanto "No" seguido puede ser contraproducente… Pero es que se le ocurre cada cosa!!!
    A mi me encantaría poder ir por la calle en bolas mangando chocolate, o lo que se tercie, pero me da a mi que, a no ser que un apocalípsis zombie se cierna sobre nosotros, de momento de saquear en bolas nada de nada, jajajaja
    Gran post por cierto!
    Besos! 🙂

  3. Jajaja!! Muy divertido tu post, creo que no tiene nada que envidiarle al mío de la lotería que has dicho querer copiarme xD
    Yo si que te doy permiso para copiarme, eeh! Pero seguro que tendrá más valor para todo el mundo si haces el tuyo propio y reiremos todos 😉

  4. Voy a ir a la fábrica a aprovisionarme de frigopies xD

    Pero vamos, los límites yo creo que son los que marca el sentido común (que es el menos común de los sentidos). Siempre con respeto. Por ejemplo, puede que me dé igual que Monstruita pringue toda la cocina mientras se come una fresa, pero no me dará igual si mancha el resto de la casa. La casa es mía, así que la conmino a comérsela en la cocina. Si no quiere estar en la cocina, bien, pero entonces que suelte la fresa.

    Si el día de mañana vive en su casa y quiere desparramar comida por el salón, ahí no tendré nada que decirle porque es su casa, su decisión.

    Besis 🙂

  5. ¡Toda la razón! Demasiados límites nos vienen de fuera como para imponernos nosotros más límites. Así que en tu casa desnúdate, come chocolate, haz lo que te plazca y grita como una loba ¡AUUUUUUUUUU! XD Eso sí, no copies entradas de otros que queda muy feo y da muy mala reputación ¡hihi! ;P

  6. jajajajajajajaja desinhibete hombre!!! sal a la calle desnuda a robar chocolate mientras le pones ojitos a novios ajenos!! :p Pero mi blog no lo plagies jajajajaja
    No, en serio, lo de los límites da para mucho…..a mi es que me ha salido una peque muy…….digamos obediente. O responsable. Hija que parece que los límites se los ponga ella misma.

  7. Yo tengo a mi bichilla medio asalvajada viviendo como un espíritu libre, pero hay cosas en las que por mucho que me esfuerce me sale el Nooooo, involuntario. Cuando se acerca al horno (normalmente frío,pero algún día estará caliente) o palmea la pantalla de la tele y vemos como se pone de colorines como cundo aprietas la de una calculadora, o intenta romper su propia imagen en el espejo de la entrada. Son límites por su seguridad, pero es que algo tendremos que hacer (y lo de distraerla con otra cosa no funciona con esta niña ¡es muy reincidente!). Por cierto, que cuando me pregunta que haría yo en el caso de que se acercara el fin del mundo, siempre digo que iría a cualquier tienda y robaría todo el chocolate que pudiera.

  8. jajaja yo como Mama en Bulgaria he acabado imaginandote corriendo desnuda por ahí y mangando chocolate por todos los sititos, jajajaja. Que gran post es cierto que es complicado saber que limites hay que poner y a lo mejor un límite que para una persona es importantisimo para otra puede no ser tan importate pero está claro que algun límite tienen que tener sino hacen de nosotros lo que quieren como diria mi abuela.
    P.D a mi también me tienes que mandar un frigopie.
    Bsss

  9. Sí, eso también. Pero en ese caso se refiere a cuando el hijo interactúa con la sociedad. Pero, ¿y en casa? ¿Le dejamos hacer lo que quiera? ¿No? ¿Cuándo hacemos qué cosa?

    Es complicado 🙂

  10. No va a haber debate. Como tantas ideas en crianza, los límites son como los horóscopos y encajan con cualquiera. Hasta las que preferirían un encuentro íntimo con Carlos González a Brad Pitt dicen que no toleran cualquier cosa.

    El debate no es tanto acotar como cuanto. Por ejemplo, si llevas a un niño de seis años al cine, esperas que si le dices que esté quieto lo haga, pero no llevas a uno de año y medio. Al de año y medio no lo llevas a ver una película porque, por mucho que lo intentes, es pedir demasiado. Pero hay montones de situaciones intermedias y ahí está el problema.

    ¿Qué límites son razonables?¿Dónde termina la libertad del hijo y empieza la de los demás? Obviamente depende de temperamento, edad y contexto, pero el debate es ese.

  11. Jajaja, perdona pero si brad Pitt se interesa (aunque sólo sea un poquito) por mí mando a la mi***a todos y cada uno de los límites habidos y por haber en mi vida. Me pongo mala sólo de pensarlo…jajajaja. Me ha encantado el post, te lo copio! digo…comparto!! 😉 Besos guapa!

  12. Jajajajaaaa ya te valeee xD Menuda peli me has montado con el post! Eh! Y yo solo con Brad Pitt, no con cualquiera, ojo 😛
    Eso sí, gracias por no verme plagiando. Si te digo que me parecía demasiado amoral como para escribirlo… (y el de los novios también, dicho sea de paso).
    Este… yo creo que el frigopié iba a aguantar estupendamente en el clima de Sofía, lo malo es hasta que llegara xD

  13. Qué relato tan vívido, casi te he visto paseandote por Madrid en pelota picada, mangando en las tiendas a los Winona Ryder, liandote con novios ajenos y gritando en hospitales jaja! Eso sí, no he podido imaginarte plagiando post de otros blogs 😉
    PD. Vas a tener que mandarme un Frigopie.

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Autor

Madre de dos, esposa de uno. Bloguera, asesora de lactancia y aprendiz de la vida.

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